¿Es posible engordar por las bacterias intestinales?

Escrito por Dr Jane Gilbert
Revisado por Kimberly Langdon
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Todos sabemos por qué engorda la gente, ¿verdad? Nos han repetido una y otra vez que se debe a comer demasiado y moverse demasiado poco. Si vamos cogiendo kilos, es porque somos unos glotones o unos perezosos. O tal vez no. Los científicos están empezando a descubrir que en realidad no es algo tan sencillo como contar las calorías que se consumen y las que se queman. Todos nos hemos fijado en que, al parecer, algunas personas pueden comer todo lo que quieran mientras que otras tienen que pelearse con el peso constantemente. ¿Por qué han tenido tanta suerte? Puede que todo se deba a su genética y a sus bacterias intestinales.

Bacterias buenas y malas

En nuestro intestino se aloja la impresionante cantidad de 100 billones de bacterias que nos ayudan a mantener una digestión saludable y a descomponer la fibra de nuestros alimentos. Tener un equilibrio adecuado entre las bacterias buenas y malas es vital para nuestra salud y nuestro bienestar. Ahora los investigadores están descubriendo que estos microbios también pueden afectar al apetito, controlar nuestro metabolismo e influir en nuestra sensibilidad a la insulina. En otras palabras: tener un equilibrio bacteriano inadecuado podría hacernos engordar1.

Nuestros intestinos contienen más de 400 cepas de bacterias que varían mucho en función de cada persona. Según un estudio de la revista Cell, nuestra composición genética puede determinar la cantidad y el tipo de bacterias que viven en nuestros intestinos, lo cual puede afectar a nuestra tendencia a ganar peso2.

En los estudios, la gente delgada tiene unos niveles un 70% más altos de bacterias intestinales distintas que las personas con sobrepeso. De media, los estadounidenses suelen tener una colonización bacteriana menos diversa que las personas de otras zonas menos desarrolladas del mundo. Nuestra flora intestinal parece ser un factor determinante en la lucha contra la obesidad.

¿Los gemelos tienen los intestinos idénticos?

¿Los gemelos tienen los intestinos idénticos?

Los investigadores analizaron la flora intestinal de hermanos gemelos y mellizos y descubrieron que los primeros tenían unos niveles de bacterias intestinales más similares que los segundos, lo cual sugiere que la microbiota está más relacionada con la genética que con la alimentación. Identificaron una familia de bacterias en concreto que eran muy hereditarias y mucho más propensas a existir en las personas delgadas. De hecho, cuando había una diferencia considerable de peso entre los gemelos, los investigadores podían predecir con precisión cuál de los dos tenía sobrepeso simplemente observando sus bacterias intestinales3.

La bacteria de la delgadez

Ya te oigo decir: ¿qué es esa «bacteria de la delgadez» y dónde puedo conseguirla? Se llama Christensenellaceae y tener una gran cantidad en los intestinos está relacionado con la delgadez, mientras que tener los niveles bajos se ha asociado a la obesidad.

En los estudios, cuando las muestras que contenían estas bacterias se trasplantaron en los intestinos de ratones, los protegió contra el aumento de peso. 

¿Qué dicen los investigadores?

«Según nuestros hallazgos, el hecho de que algunos grupos específicos de microbios vivan en nuestros intestinos puede proteger contra la obesidad, y su cantidad está determinada por nuestros genes. El microbioma humano es un nuevo objetivo muy interesante para los cambios en la alimentación y los tratamientos destinados a combatir la obesidad».

La buena noticia es que la gran mayoría de nosotros (al menos el 96%) tenemos algunas christensenellaceae en el sistema digestivo. Los niveles de cada persona están determinados en parte por la genética, pero existen formas de dar un impulso a tus bacterias saludables independientemente de cuál sea tu herencia genética.

¿Cómo funciona la hormona del hambre?

¿Cómo funciona?

Aunque no se sabe cómo influyen exactamente los microbios en el peso, los científicos han afirmado que pueden afectar a la capacidad para procesar los alimentos alterando la capacidad del cuerpo para extraer nutrientes y calorías. Ciertas bacterias también pueden modificar nuestra sensibilidad a la insulina, por lo que nos protegen frente a la diabetes y estimulan al cuerpo para que queme grasa en lugar de acumularla en nuestra cintura.

La hormona del hambre

Tu cuerpo produce una hormona llamada grelina que te avisa de que tienes hambre y necesitas comer. Por lo general, después de una comida, los niveles de esta hormona disminuyen para que tus ganas de comer desaparezcan. La bacteria Helicobacter Pylori parece estar involucrada en este proceso. Es un microbio que suele mencionarse en las noticias sobre salud porque está relacionado con las úlceras y el cáncer de estómago. Los tratamientos antibióticos han ayudado a reducir los índices de infección en un 50%, lo cual es magnífico si sufres de indigestión, pero no es una buena noticia para los niveles de obesidad. Al parecer, sin la H. Pylori, los niveles de la hormona del hambre se mantienen elevados incluso después de una buena comida, por lo que sigues comiendo4.

¿Qué ataca a las bacterias?

El ejercicio, la alimentación y los antibióticos pueden afectar a tus bacterias intestinales. Ni siquiera tienen que recetarte antibióticos para que sufras sus efectos. La industria alimentaria utiliza medicamentos para mantener al ganado sano y sin infecciones. De hecho, en Estados Unidos el 80% de los antibióticos se utilizan para tratar a los animales y no a los humanos. Eso significa que los ingerimos a diario con los alimentos que consumimos, lo cual puede alterar el delicado equilibrio bacteriano de nuestros intestinos5.

El impacto de los antibióticos se ha demostrado en los estudios con ratones. Los ratones a los que se les dio una dieta alta en grasa aumentaron de peso y los que recibieron antibióticos también cogieron peso, pero fueron los ratones a los que les dieron ambas cosas los que engordaron mucho6. Y cuando investigamos la historia de la pandemia de obesidad, observamos que está relacionada con la expansión de la ganadería intensiva y del uso de antibióticos en la alimentación de los animales. Si nos fijamos en otros lugares del mundo, los países donde existe este tipo de ganadería suelen tener los niveles de obesidad más altos.

Esto es lo que puedes hacer para perder algo de peso

¿Qué puedo hacer?

No entres en pánico si en tu familia hay muchas personas con problemas de peso. Aunque la genética influye en las bacterias intestinales, tu estilo de vida y tu alimentación pueden afectar considerablemente a tu equilibrio bacteriano, por lo que puedes cambiar la situación y perder peso.

Lo primero, la fibra: se ha demostrado que seguir una dieta basada en vegetales aumenta los niveles de bilophila, un tipo de bacteria saludable. La fibra alimenta los microbios del intestino, por lo que es recomendable comer mucha fruta, verdura y cereales a diario. Los alimentos que contienen prebióticos permiten que las bacterias se desarrollen, así que come plátanos a modo de aperitivo y añade ajo y puerros a tus comidas.

Elige alimentos probióticos: los alimentos activos y fermentados son una bomba de probióticos. Los yogures con cultivos vivos, el kéfir, el chucrut, el miso y los quesos crudos aumentarán tus bacterias intestinales.

Toma un complemento al día: puede ser complicado conseguir los probióticos que tu cuerpo necesita con la dieta moderna. Si no te gustan el kéfir y el kimchi, toma un complemento de probióticos a diario y guárdalo en un lugar fresco para que se mantenga activo.

Olvídate del azúcar: tomar demasiado azúcar puede alimentar a los microbios malos y alterar el delicado equilibrio de la flora intestinal, lo que te dejará hinchado y aletargado, y te provocará un aumento de peso. Elimina los azúcares refinados: tendrás mejor aspecto y te sentirás mejor tanto por fuera como por dentro.

Muévete: una sesión en el gimnasio no solo sirve para entrenar los músculos. También los intestinos salen beneficiados. Mantenerse tan activo como un niño tiene un gran impacto en la diversidad de la microbiota intestinal7, pero nunca es demasiado tarde para empezar. Practicar deporte con regularidad de adulto también puede marcar una diferencia. De hecho, hay estudios que demuestran que las deposiciones de los jugadores de rugby tenían bacterias más diversas que sus homólogos menos atléticos8.

Y ahora, ¿qué?

Toma nuestro complemento de probióticos para mejorar tu salud

Si, al igual que yo, has empezado a buscar desesperadamente en Google «complementos de christensenellaceae» después de leer la investigación, lamento decepcionarte. Por el momento, puedes escoger un complemento normal de probióticos y esforzarte por mejorar tu salud intestinal a través de la alimentación y cambiando tu estilo de vida, pero todavía no puedes tomar una pastilla de la bacteria de la delgadez. Sin embargo, puede haber otra forma de aumentar tus niveles de esta bacteria.

La ciencia de los trasplantes de heces está avanzando a pasos agigantados y sus defensores aseguran que puede ser la respuesta a los problemas de peso. Se ha utilizado para combatir superbacterias intestinales como la clostridium difficile, pero una mujer delgada que recibió un trasplante de su hija con sobrepeso posteriormente aumentó de peso9. ¿Te parece descabellado? Pues, en realidad, los investigadores han observado resultados similares en los ratones; es decir, ratones delgados han cogido peso después de que se les trasplantasen bacterias de ratones obesos. En un estudio neerlandés, los trasplantes de heces de donantes delgados ayudaron a que las personas con síndrome metabólico fueran más sensibles a la insulina10 11.

¿Realmente algo tan simple como las heces podría ayudarnos a bajar de peso? Hay muchas páginas web en internet que afirman que sí y que incluso dan indicaciones para que lo hagas por tu cuenta. Sin embargo, antes de que dejes de lado los escrúpulos y pongas rumbo a casa de ese amigo tan delgado con un orinal, una batidora y una jeringuilla, piénsatelo dos veces, porque podrías introducirte bacterias perjudiciales, dañarte los intestinos o incluso provocarte otras enfermedades. Lo cierto es que todavía no sabemos lo suficiente sobre este procedimiento, por lo que es más seguro esperar a que las investigaciones lleguen a conclusiones. Mientras tanto, recurre a complementos y a una buena alimentación para dar a tus intestinos una dosis segura de bacterias.

Referencias:

  1. How Gut Bacteria Help Make Us Fat and Thin (Scientific American, June, 2014), Claudia Wallis ↩︎
  2. Human genetics shape the gut microbiome (Cell. 2014 Nov 6; 159(4): 789–799). Julia K. Goodrich, Jillian L. Waters, Angela C. Poole, Jessica L. Sutter et al ↩︎
  3. Human genetics shape the gut microbiome (Cell. 2014 Nov 6; 159(4): 789–799). Julia K. Goodrich, Jillian L. Waters, Angela C. Poole, Jessica L. Sutter et al ↩︎
  4. Ghrelin, Helicobacter pylori and body mass: is there an association?( Isr Med Assoc J. 2012 Feb;14(2):130-2) Boltin D, Niv Y. ↩︎
  5. Long-term impacts of antibiotic exposure on the human intestinal microbiota (Microbiology (2010), 156, 3216–3223) Cecilia Jernberg, Sonja Lo ̈fmark, Charlotta Edlund and Janet K. Jansson ↩︎
  6. Altering the Intestinal Microbiota during a Critical Developmental Window Has Lasting Metabolic Consequences (Cell, Volume 158, Issue 4, p705–721, 14 August 2014) Laura M. Cox, Shingo Yamanishi, Jiho Sohn, Alexander V. Alekseyenko, Jacqueline M. Leung et al ↩︎
  7. Science Daily (2016). Early-life exercise alters gut microbes, promotes healthy brain and metabolism. ↩︎
  8. Exercise and associated dietary extremes impact on gut microbial diversity (Gut 2014; 63:1913-1920) Clarke, S., Murphy, E., O’Sullivan, O., Lucey, A., Humphreys, M., & Hogan, A. et al. ↩︎
  9. Obesity via Microbe Transplants (Science Daily, 5 de septiembre de 2013) Ed Yong ↩︎
  10. Transfer of intestinal microbiota from lean donors increases insulin sensitivity in individuals with metabolic syndrome (Gastroenterology 2012 Oct; 143(4):913-6) Vrieze A1, Van Nood E, Holleman F, Salojärvi J, Kootte RS, Bartelsman JF et al ↩︎
  11. Not just obesity – faecal transplants’ weird effects (New Scientist, 11 de febrero de 2015) Jessica Hamzelou ↩︎

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