En 1998, la enfermedad de Parkinson se dio a conocer cuando Michael J. Fox anunció su diagnóstico. Desde entonces, la enfermedad ha sido ampliamente investigada, aunque no sabemos qué la causa exactamente ni cómo curarla todavía. Sin embargo, hay una pequeña cápsula amarilla que puede ayudar: el Omega-3. En este artículo, exploraremos los posibles beneficios de los ácidos grasos Omega-3 para la enfermedad de Parkinson.
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¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson (EP) puede estar relacionada con la genética, las toxinas o incluso ciertos virus, pero los científicos no han identificado una causa exacta. Pese a que su origen sigue sin estar claro, sí sabemos cómo progresa la enfermedad.
La EP empieza en una región del cerebro llamada sustancia negra, que es el lugar donde residen las neuronas productoras de dopamina (células nerviosas). La dopamina es esencial no solo para el estado de ánimo, sino también para el movimiento y la coordinación.
A medida que estas neuronas mueren, los niveles de dopamina disminuyen. Esto conduce a los síntomas característicos de la EP, como temblores, rigidez, movimiento lento (bradicinesia) y problemas de equilibrio. Con el tiempo, la pérdida de neuronas hace que esta enfermedad progresiva empeore (1).
¿Qué son los ácidos grasos Omega-3?
Los ácidos grasos Omega-3 son nutrientes esenciales que resultan vitales para la salud general, especialmente la salud del cerebro y el corazón. Se los llama “esenciales” porque tu cuerpo no puede producirlos por sí mismo y, en consecuencia, debes obtenerlos de los alimentos o los suplementos. El Omega-3 es un componente clave de las membranas celulares, ya que garantiza que las células se comuniquen de forma efectiva y funcionen de manera óptima (2).
El Omega-3 se encuentra de forma natural en pescados grasos como el salmón, la caballa, las sardinas y el arenque. Las fuentes vegetales incluyen semillas de lino, semillas de chía, nueces y algas. Sin embargo, los tipos de ácidos grasos Omega-3 más efectivos para la salud del cerebro (DHA y EPA) provienen principalmente de fuentes marinas.
Si tu dieta es baja en estos alimentos, nuestras cápsulas blandas de Aceite de Pescado Omega-3 Ultra Puro pueden ayudar a garantizar que tu cuerpo y cerebro obtengan los nutrientes que necesitan.

¿Cómo puede ayudar el Omega-3 a los pacientes con Parkinson?
Cada vez hay más investigaciones que destacan el potencial de los ácidos grasos Omega-3 en la enfermedad de Parkinson. Aunque se necesitan más estudios, los hallazgos recientes ofrecen posibilidades interesantes. Esto es lo que se ha descubierto hasta ahora:
1) El Omega-3 puede reducir potencialmente el riesgo de desarrollar Parkinson
Los estudios sugieren que niveles bajos de Omega-3 pueden aumentar el riesgo de desarrollar Parkinson. De hecho, la deficiencia de Omega-3 se ha relacionado con menos receptores de dopamina, así como con una menor producción de dopamina. Ambos factores contribuyen al desarrollo de los síntomas de la EP (3, 4).
¡Pero hay buenas noticias! Un estudio realizado en el Reino Unido en 2024 en el que participaron más de 385 mil personas descubrió que la suplementación regular con aceite de pescado Omega-3 estaba relacionada con un riesgo un 11 % menor de desarrollar la enfermedad de Parkinson. Cabe destacar que la combinación de aceite de pescado con actividad física proporcionó mayores beneficios, lo que sugiere que funcionan sinérgicamente para reducir el riesgo de la EP (5).
2) Puede retrasar los síntomas relacionados con la motricidad
Los suplementos de Omega-3 pueden ayudar a reducir ciertos problemas relacionados con el movimiento, como los movimientos incontrolados (discinesia) y los movimientos lentos (bradicinesia). Aunque el Omega-3 no puede detener por completo el desarrollo de estos síntomas, puede retrasar su aparición en pacientes en etapa temprana (6).
3) El Omega-3 puede proteger las células productoras de dopamina
Los ácidos grasos Omega-3 pueden ayudar a proteger las neuronas responsables de la producción de dopamina, contribuyendo a preservar la función cerebral. Este efecto neuroprotector convierte el Omega-3 en una posible terapia “complementaria”, junto con los tratamientos existentes para la EP (7).
4) Sus propiedades antiinflamatorias pueden retrasar la progresión de la enfermedad
La inflamación cerebral juega un papel significativo en la enfermedad de Parkinson. La inflamación puede empeorar los síntomas e incrementar la pérdida de neuronas productoras de dopamina, lo que acelera la enfermedad. Así pues, resulta alentador que los ácidos grasos Omega-3 puedan contrarrestar este proceso gracias a sus propiedades antiinflamatorias naturales.
En 2024, una revisión sistemática de ensayos controlados aleatorios (ECA) evaluó la suplementación con Omega-3 en pacientes con Parkinson. Los ensayos mostraron que el Omega-3, a menudo combinado con vitamina E, mejoró los resultados en los pacientes. Redujo la inflamación, el estrés oxidativo y la resistencia a la insulina, además de mejorar las puntuaciones en la Escala de Evaluación Unificada de la Enfermedad de Parkinson (UPDRS), que mide la progresión de la enfermedad (8).
Estos hallazgos sugieren que los ácidos grasos Omega-3 no solo pueden ayudar a gestionar los síntomas del Parkinson, sino también a reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad y retrasar su progresión. Además, cuando se combina con actividad física regular, los beneficios parecen ser incluso mayores (5).
5) El Omega-3 puede aliviar la depresión en pacientes con Parkinson
La depresión es un síntoma del Parkinson menos discutido, pero no por ello menos significativo. Dado que la dopamina afecta el estado de ánimo, su reducción en la EP aumenta el riesgo de depresión. Afortunadamente, se ha demostrado que los ácidos grasos Omega-3 favorecen la salud mental, incluyendo la reducción de los síntomas depresivos.
En un estudio de 2008 sobre pacientes con EP, los suplementos de Omega-3 lograron mejoras notables en los síntomas de depresión. Durante 12 semanas, el 50% de los participantes redujeron sus síntomas a la mitad y 7 participantes entraron en remisión por completo. Estos resultados resaltan el potencial del Omega-3 como una forma segura y eficaz de gestionar la depresión relacionada con la EP (9).

¿Cuánto Omega-3 se debe tomar para el Parkinson?
Sorprendentemente, no existe una guía universal para la ingesta diaria de Omega-3, a pesar de su importancia y la amplia investigación. Las recomendaciones varían según los objetivos de salud.
Por ejemplo, la Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos recomienda 500 mg de DHA y EPA para prevenir la deficiencia, mientras que la Asociación Estadounidense del Corazón recomienda entre 2000 y 4000 mg para reducir los triglicéridos. Sin embargo, la FDA estadounidense advierte no superar los 2000 mg de DHA y EPA al día en suplementos. Consulta siempre a tu médico para obtener asesoramiento personalizado.
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Conclusión
Pese a que todavía no existe una cura para la enfermedad de Parkinson, se están descubriendo nuevas formas de gestionar los síntomas y frenar su progresión. En este sentido, los ácidos grasos Omega-3 destacan como una opción prometedora. Pueden ayudar a proteger el cerebro, reducir la inflamación y mejorar algunos síntomas, como las dificultades de movimiento y la depresión.
Si sufres la enfermedad de Parkinson o conoces a alguien que tiene EP, consulta a tu médico para saber si los suplementos de Omega-3 podrían ser un complemento útil para tu tratamiento.
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Referencias
1. Zafar, Saman, and Sridhara S Yaddanapudi. “Parkinson Disease.” Nih.gov, StatPearls Publishing, 7 Aug. 2023, www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470193
2. National Institute of Health. “Office of Dietary Supplements – Omega-3 Fatty Acids.” Nih.gov, 15 Feb. 2023, ods.od.nih.gov/factsheets/Omega3FattyAcids-HealthProfessional
3. de Lau, L.M.L., et al. “Dietary Fatty Acids and the Risk of Parkinson Disease: The Rotterdam Study.” Neurology, vol. 64, no. 12, 27 June 2005, pp. 2040–2045, https://doi.org/10.1212/01.wnl.0000166038.67153.9f
4. Healy-Stoffel, Michelle, and Beth Levant. “N-3 (Omega-3) Fatty Acids: Effects on Brain Dopamine Systems and Potential Role in the Etiology and Treatment of Neuropsychiatric Disorders.” CNS & Neurological Disorders – Drug Targets, vol. 17, no. 3, 19 June 2018, pp. 216–232, https://doi.org/10.2174/1871527317666180412153612
5. Lin, Fabin, et al. “Fish Oil Supplementation, Physical Activity and Risk of Incident Parkinson’s Disease: Results of Longitudinal Analysis from the UK Biobank.” Frontiers in Aging Neuroscience, vol. 15, 29 Jan. 2024, https://doi.org/10.3389/fnagi.2023.1304629
6. Delattre, Ana Marcia, et al. “Evaluation of Chronic Omega-3 Fatty Acids Supplementation on Behavioral and Neurochemical Alterations in 6-Hydroxydopamine-Lesion Model of Parkinson’s Disease.” Neuroscience Research, vol. 66, no. 3, Mar. 2010, pp. 256–264, https://doi.org/10.1016/j.neures.2009.11.006
7. Bousquet, M., et al. “Beneficial Effects of Dietary Omega-3 Polyunsaturated Fatty Acid on Toxin-Induced Neuronal Degeneration in an Animal Model of Parkinson’s Disease.” The FASEB Journal, vol. 22, no. 4, Apr. 2008, pp. 1213–1225, https://doi.org/10.1096/fj.07-9677com
8. Paraskevi Detopoulou, et al. “Omega-3 Fatty Acids’ Supplementation in Parkinson’s Disease: A Systematic Review of Randomized Controlled Trials.” Clinical Nutrition Open Science, vol. 55, 1 June 2024, pp. 102–115, https://doi.org/10.1016/j.nutos.2024.03.007
9. da Silva, Ticyana Moralez, et al. “Depression in Parkinson’s Disease: A Double-Blind, Randomized, Placebo-Controlled Pilot Study of Omega-3 Fatty-Acid Supplementation.” Journal of Affective Disorders, vol. 111, no. 2-3, Dec. 2008, pp. 351–359, https://doi.org/10.1016/j.jad.2008.03.008